Fomentar el empleo publico fuera de la sanidad y la educación es alimentar a la bestia del “vuelva usted mañana” , que Larra ya detecto en 1833, es fomentar la burocracia y el freno a la iniciativa particular y empresarial. Esto se agrava cuando existen administraciones totalmente independientes con funciones duplicadas y a veces desconocidas. Un verdadero corsé que ahoga nuestra economía y nuestra eficiencia. El funcionariado – y el político – “aburrido” tiene como función “molestar” necesita justificarse y se hace valer y notar. Es nuestra moderna inquisición.
No estoy del todo en contra del empleo publico, si no somos capaces de crear empleo de otra manera y tiramos la toalla a la iniciativa empresarial, pero si con condiciones. Se debe crear sin ningún tipo de complejo, la figura del funcionario sin funciones: el funcionario ocioso, una especie de funcionario en la reserva, quietecito. Que les sirva a los políticos para aparentar poder y que actué a forma de ¿¿regulador del empleo??.
El problema esta en la capacidad, el ansia, que tienen los entes de rango político para crear leyes, reglamentos y normativas, todas ellas y ellos con sus correspondientes formularios y casillas a los que hay que adjuntar las fotocopias compulsadas, verificadas o autentificadas. Un verdadero despropósito de irresponsabilidad e incompetencia que nos define como país. Y como prueba, un botón y cinco millones de almas desesperadas.
Sorprende, hay cientos de personas dedicadas a los asuntos laborales, abogados, catedráticos, sindicalistas, hasta ministros, todas ellas liberadas ¿como es posible? que al final todos sean reformas laborales que generan más paro. Insisto, como es posible que sigan en sus puestos ¿no se deberían de dedicar a otros asuntos? quizás menos dañinos.
Un ejemplo muy sencillo, si a usted le atan las manos a las espaldas, además le atan los pies, y pongamos que le amordazan ¿podría usted desarrollar alguna actividad productiva? suena difícil, pues por difícil que suene en estas condiciones sobreviven muchas pequeñas empresas y la mayoría de trabajadores autónomos. Y es mas cierto que en estas condiciones han caído y caen los menos afortunados, la creación de empleo duradero y real jamás se producirá.
El sistema de cotizaciones a la Seguridad Social necesita un cambio radical, hay que flexibilizarlo a las situaciones actuales y futuras, fue un invento del franquismo que no ha sido revisado, debe desligarse de las percepciones salariales y por supuesto abaratarse, la parte opuesta a esta necesaria reforma es la también necesaria mejora en la gestión de estos fondos.
Las cotizaciones de los autónomos están reguladas por una orden de 24 de septiembre de 1970, anterior a la Constitución que de hecho es anticonstitucional, con severas limitaciones a la maniobra a situaciones reales, igual que sucede en el Régimen General. Las incongruencias de la Orden mencionada fue puesta de manifiesto al Ministerio de Trabajo y este sin más interés se limito a confirmarlo, pareciéndole bien. Chapo. Que vengan reformas.
Otro tema es el inmovilismo general, trasladado también a la sociedad y a los momentos en que esta debe reflejar su opinión en las urnas sobre sus mentores políticos, dicen las encuestas que el señor Zapatero y su exvice el señor Rubalcaba, sacaran ciento y pico de diputados, como es posible este premio, ¿por lo bien que lo han hecho? cuanto inmovilismo existe en la opinión publica o quizás es ¿ignorancia?. Lo que interesa a este país es una limpieza a fondo, un zafarrancho con Zotal, agua y estropajo, fuera la suciedad y la roña incrustada. Cuanto miedo a la limpieza, a lo nuevo, al futuro y al trabajo. Nos gusta más el país de vuelva usted mañana.
Y que hacer con los políticos responsables “en democracia” de los desastres en las gestiones de la cosa común, hasta ahora el premio es un sueldo vitalicio, secretaria, despacho y coche oficial y hasta escolta, por lo bien que lo han hecho. Deberían de leer las responsabilidades de los gestores de una sociedad anónima o limitada, mención aparte los bancos.