Final del día. Quisiera pensar que todo el ajetreo además de consumir dos baterías de teléfono de las que duran una semana haya servido de algo. En mi fuero interno tengo dudas.
Y servir de algo esta por encima del trabajo ¿bien hecho?, de padecer un capazo de iteraciones de todo tipo, flujos de información de lo más variado y contemplar los eventos consetudinarios que acontecían por la rua (la gente pasaba) bebiendo un Vichy, y alguno más de los considerados rutinarios.
Tengo dudas, me hubiese gustado mas un paseo por el campo, saborear un tomate prestado de la huerta del vecino, un gran trago de agua fresca del chorro que llena la alberca, el Sol, el aire, espacios abiertos, o simplemente sentir la libertad, dueño de mi tiempo, la vida mejor vivida sin prisas. El ajetreo actual, los trabajos acelerados, las jornadas maratonianas acortan los días de forma escandalosa, desvergonzada quizás, acortar tiempo no significa intensidad, significa adormecer las horas.
Me gustaría un poco de aburrimiento, un poco de ensimismamiento.
Final del día, tengo dudas.