Feb
7th

Las cosas de la alacena

  
Archivado bajo Aires, Montañas, Sueños | Publicado por Celedonio Sepúlveda


1918192_10207779855968708_1898308425100921794_nTenemos sobradas pruebas, algunas de ellas irrefutables, sobre como abandonar la tierra que nos vio nacer y errar cruzando fronteras, algunas imaginarias, a la búsqueda afanosa de una forma digna de sobrevivir, yo tengo algunos recuerdos de ese largo viaje en una furgoneta DKW, seis personas mas el chofer y en un rincón los enseres suficientes para empezar una nueva vida sin equipaje, podría enumerar las penalidades, pero no son de esa época, un niño no siente la aventura y el desasosiego del mismo modo, las imágenes, los olores y los descubrimientos si fueron lo habitual del viaje, sorprendente fue descubrir la existencia de diferentes clases de aire, sus olores, su aspereza y pesadez.

A cierta edad la primera visión del mar iluminado por la luna visto por la ventanilla de un destartalado vehículo es una experiencia reveladora, tanto que mis padres y el chofer se cegaron con su luz y fue necesario parar y aprovechar el momento y el sitio para cenar otra vez pollo con tomate, con la falsa esperanza de colmar un hambre inexistente.

Al caer la tarde, con el Sol manso, a la misma hora que se acostumbra a regar las huertas se preparo el inicio del viaje y se liberaron los protocolos de despedida, fueron momentos extraños, lentos y de contenido retardado, las consecuencias de la elección de un camino son determinantes y llenas de misterio. La ruptura de un mundo en busca de otro hizo que la memoria reservase un rincón para guardar esa niñez interrumpida a la espera de ser rescatada, sin adivinar que esa vida ya estaba vivida para siempre sin posibilidad de rescate. Éramos parte de esa caravana que durante tantos años cubrió los caminos de España de familias huyendo de la miseria, para descubrir nuevos lugares con otras miserias, mas urbanas, pero no menos descarnadas.

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