Esta mañana he recorrido el mismo camino de siempre, lo conozco y me resultaría difícil cambiarlo por otro a esas horas de la mañana sin consecuencias negativas. Por lo mismo no lo he cambiado, pero ha sucedido algo diferente, he salido con la moto y a los pocos metros he notado sin apenas darle gas como la moto se elevaba unos metros del suelo y su tozudez en mantenerse por encima de las cabezas de los demás. Al principio me he asustado y he sentido como la adrenalina se agitaba en mi cuerpo, no he sabido reaccionar, me he conformado con mantenerme quieto y no caerme, podría decir que una nave extraterrestre me ha intentado succionar, o que el café de la mañana me ha jugado una mala pasada, pero la situación era totalmente real porque las cosas eran totalmente reales pese a verlas desde arriba y no reconocerlas con la nitidez precisa, será este desenfoque la causa del apasionante viaje de hoy observando las pequeñas cosas que suceden a nuestro alrededor cuando nos movemos, la cantidad de ondas que se mezclan con las nuestras sin darnos tiempo a ralentizar el tiempo para atraparlas y desmenuzar sus sonidos. Mientras intentaba imaginar el sitio de la llave de controlar el tiempo, comenzó a llover y fue motivo suficiente para darme cuenta de que estaba en la ducha traspuesto, pensando en comprar una moto para ir al trabajo.