No hay nada mejor que una charla con compañeros para recoger experiencias, en este caso ajenas. Este compañero de camino fue convocado a una cita por la «democrática policía sanitaria», bien llamada Intitut Català d’Avaluacions Mèdiques, curiosamente basta con cambiarle el nombre para darle un toque distinguido y hasta noble.
Lo primero que le sorprendió fue el edificio, nuevo y reluciente, cargado de estupendos médicos y afanosos funcionarios, estupendos despachos, arco de metales, rayos x para los bolsos, esbeltos guardias de seguridad en busca de armas inexistentes, en definitiva todo estaba preparado para el uso y disfrute de la casta, de los elegidos, pero sin el más mínimo detalle para ciudadano obligado a visitarlo, todos los edificios deben de tener un parking, pero los públicos no, salvo los reservados a la casta. Y cuando decía no es no a muchos kilómetros a la redonda. ¿Porque se empeñan en situar los edificios públicos en zonas donde apenas se puede acceder?
El ciudadano, el que paga y sufre, ha de buscarse la vida, joderse en definitiva y buscar donde aparcar y una vez conseguido con el peligro de la multa o la grúa. Como dice este amigo la administración siempre echando una mano.
Y como es tarde dejaremos para otro momento la fructífera conversación que tuvo con la policía sanitaria. Vaya por delante que en un país democrático, o superdemocratico hay que justificar la enfermedad y en cualquier caso eres culpable de estar enfermo. Claro esta si hay prestación por medio. En caso contrario la policía no actúa y tu eres libre de caerte muerto siempre que sea gratis.