Hay una forma de hablar muy típica del pueblo, la forma de interactuar entre los paisanos fue una de las conversaciones, apasionante y divertida, de este verano en el pueblo, daré una pista más, fue en una terraza, y posiblemente debido a la flojera producida por el calor sofocante o quizás, al hecho no poco significativo de sentirnos melifluos y godibles, la conversación consiguió aglutinar los conceptos más significativos, con sus giros, de la cortesía en la conversación corta, algo más que el saludo, pero breve, evitando las mayores explicaciones, pero también las respuesta seca y desabrida, ni parecerse a un despropósito.
Son muchas las palabras, tantas como la sabiduría e imaginación de los paisanos y los vecinos de la comarca. Sirva un ejemplo, para colocar en el centro el verdadero significado de lo que trato de explicar:
“Una paisana con un familiar enfermo, en los paseos diarios a la panadería y anca Nemesio, se topaba con los habituales y en cada encuentro, el saludo y la pregunta:
¿Cómo anda tu padre?
Pues regular
¿Regular? ¿Y eso? ¿Qué ha pasado?
Necesariamente se ve en la obligar de explicar y entrar en conversación. Y eso varias veces antes de volver a su casa, y cada vez que sale a hacer un mandao.
Cualquier respuesta no meditada da la opción de ampliar información y entrar en unas explicaciones que a veces no son de gusto.
En una de estas, tranquilamente sentadas en la mesa camilla, conversando con su madre, comienza a explicarle de forma informal y ligera lo que sucede, porque a veces tarda tanto en un mandao y otras no, no para justificarse, no hace falta, pero eso las mantiene en la mesa hablando con el teléfono alejado.
La madre con toda su sabiduría y sus conocimientos innatos y secretos de psicología psicosocial, aparte de otros, también innatos. Mi vecino Benito (q.e.p.d), en sus tiempos, me hipnotizaba cuando me hablaba de microecomía del campo, una rama desconocida en la universidad y por los economistas, y sin embargo muy habitual para los que se ganan la vida trabajando el campo. Bueno pues la madre le responde:
Pues si te preguntan diles que está mejor.
Así lo hizo, cuando le preguntaban, ella contestaba:
¡ Mejor, mejor ¡
A partir de ese momento, la gente quedaba conforme y contenta con esa respuesta, que ciertamente admite pocas preguntas y así, la brevedad, a veces buena por breve, permitía que los mandaos no se estirasen tanto.
Surgieron muchísimas palabras y situaciones, verdaderas joyas de la oratoria breve, pero dada la situación ya expuesta, las tendré que rebuscar en los anaqueles desordenados de ese día.
¿De qué ha muerto?
De repente.