De los cinco sentidos, la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, hemos conseguido retener y almacenar las sensaciones de los dos primeros, la vista y el oído, a través de las diferentes tecnologías existentes, incluso hemos conseguido elevarlos a la categoría de arte, el olfato y el gusto tan unidos y tan parecidos, aún siendo diferentes nos ayudan a despertar recuerdos y sensaciones que solo estos dos sentidos son capaces de lograr pero no podemos almacenar los olores que nos gustan y recrearlos en nuestra casa en una reunión de amigos, no existe aún la tecnología capaz de ello.
Pero el sentido mas descuidado, del que menos se habla, el más efímero, aún siendo el mas grande es el tacto y, tampoco se puede plasmar con ningún tipo de tecnología y, resulta muy difícil aguantarlo en el recuerdo, sus sensaciones desaparecen y vuelve la necesidad de volver a vivirlo, de volver a tocar, el hambre del tacto es permanente, necesitamos de caricias, de roces, del calor de los cuerpos que a través de su piel nos transmiten.
Tocar algo es sentirlo, es vivirlo, es casi poseerlo por un instante, es un cambio de sensaciones que ningún otro sentido u acción es capaz de transmitir, ni la palabra es superior a esas sensaciones, es el mas personal de los sentidos, el que mas nos acerca a la vida y por eso no podemos conservarlo ni recordarlo , por que la vida no se puede empaquetar ni conservar, solo hay que vivirla, mientras se agota, y cuando la olvidamos, revivirla.