Me gustan los espíritus libres, la manifestación pura y serena de la vida, sin tapujos ni enmiendas, nadie es totalmente libre, socialmente estamos ligados por alguna soga, siempre. Pero hasta el esclavo tiene el poder de ser libre, sentirse libre, la libertad comienza en la fuerza del pensamiento, en querer, la voluntad de ser libre es primordial para serlo. Hay más esclavos de pensamiento que obligados o sometidos por la fuerza de un tercero.
Es difícil atreverse a ser libre, es difícil hablar libremente, da cierto pudor, incluso miedo en una sociedad mayoritariamente domesticada socialmente, la libertad está mal vista.
La libertad exige cierta dosis de inmadurez, la suficiente para no entrar en putrefacción, cierta locura, también lo suficiente para no perder la cordura y mantenerse al margen de lo estricto.
Se suele decir de los espíritus libres que son adelantados a su tiempo, pero no, no importa el tiempo, nos sobresalta y nos inquieta la sencillez de sus actuaciones, su felicidad basada en la entrega a los demás, en su necesidad de intercambio permanente, en ir a la suya, en no dejar pasar ni un instante de forma gratuita.
Me gustan los espíritus libres, me gusta la libertad, me sobran las sogas y tanta corrección victoriana.