Siempre me ha costado mucho escribir, no el hecho, lo difícil es ponerse, porque ponerse es ausentarse de esta realidad y centrarse en otro mundo que se va definiendo, que te aleja y te hace prisionero y te convierte en utensilio de la imaginación, de la imaginación inventada y de la memoria caducada, caminas entre niebla por un sendero de sombras empinado y desconocido, en soledad, en silencio, no ves pasar a nadie, no escuchas a nadie, tu camino en ese momento no esta definido ni tiene una meta al final, no esta claro si esa aventura tendrá un destino, si el camino seguirá siendo camino o se convertirá en un pedregal sin rumbo, no se sabe, porque la escritura te coge la mano y te seduce, te lleva, sin prisas, sin mirar atrás, pero desconoces en ese momento mágico hacia donde te lleva, a veces, ni siquiera sabes que haces ahí, pero te dejas llevar, te subes a la calidez de su nube y viajas en un universo de algodón y de palabras a la búsqueda de composiciones que reflejen con exactitud ese escenario y personajes donde representamos la vida.
Volver, eso es lo difícil, volver es renunciar a algo, por casi nada. Es como despertar de una mala anestesia. Es saltar de un mundo a una realidad y torcerse el tobillo.
Por eso me quedo aquí.