Este año mi carta a los Reyes Magos no puede ser corta, pero ante la necesidad de no aburrir ha de ser comedidamente justa, este año dos cosas me han impresionado sobremanera, más que otras, pero sin menospreciar esas otras, la guerra de Ucrania ha sido un mazazo y los incendios y las temperaturas del verano otro.
El Planeta necesita de nuestros cuidados si queremos que nos siga acogiendo a nosotros y a las generaciones futuras y la guerra ha de terminar, por supuesto con la retirada del agresor.
No podemos ir hacia atrás en la economía y en el bienestar de las familias, la energía, el agua, la alimentación y la vivienda no han de ser un lujo ni motivo de especulación, han de ser un patrimonio protegido de la humanidad, se han de articular políticas para proteger y racionalizar su acceso y su uso, los delitos de sedición y malversación, no son de uso común, la especulación con la vida, la salud y el bienestar de las familias si nos afecta.
El crecimiento económico no ha de ser la medida del desarrollo de un país, no mientras ese crecimiento sea a base de esquilmar los recursos y destruir la habitabilidad del Planeta, el consumo desmedido e innecesario no nos hace mas felices, aunque la publicidad insista en ello.
Debemos prescindir de lo políticamente correcto y decir a los tontos lo que son, sobre todo cuando su actuación nos afecte porque actúen en la esfera publica y es que con la corrección se nos ha llenado lo público de impresentables oportunistas, un coladero.
Debemos recuperar el lenguaje, el dominio del lenguaje permite esclavizar a la gente, el uso del significado es un arma muy efectiva para crear opinión y enfrentamientos, y se lo están apropiando las nuevas minorías y las nuevas izquierdas como propio, la derecha esta en otra cosa. El lenguaje institucional hay que escucharlo con el filtro del sentido común, si se tiene.
La política no ha de ser refugio de horteras y chulos que buscan momentos de gloria, no ha de existir distancia entre lo que se dice y lo que se hace y lo que luego sucede, o al menos no caer en la trampa y ser capaces y resituar la situación en nuestra oportunidad en las urnas. La política nos ha perdido el respeto al creernos imbéciles, y las instituciones también, con las colas, las citas previas interminables y la decadencia de los servicios, con mas impuestos.
Me gustaría volver a creer en la palabra, en su sonido, en la voz, en una llamada de teléfono, me sobran iconos y mensajes rápidos, quiero pasear viendo caras y no peinados de cabezas agachadas, me gustaría que ese instrumento que empezó siendo un teléfono se convierta en una herramienta y no en un sustituto.
Y por ultimo me gustaría que los reyes me trajesen un tintero de tinta china con olor a tinta y a cuaderno para emborronar las paginas en blanco aún por escribir.