Estamos a la espera de que el verano finalice, esto ha sucedido hasta ahora, año tras año, sin grandes alardes ni consecuencias, pero sucede que este año, pese al despiste de unos y el disimulo de otros, la transición o el cambio de estación será necesariamente importante por las causas y consecuencias que arrastra este julio y agosto ((este año), apurando este siglo), estas causas y sus consecuencias harán que el simpático turista interior se despoje de sus escasas vestiduras y se cubra con la noble capa del ciudadano concienciado y responsable que estaba de vacaciones y vuelve con ganas de moldear en el yunque las cuestiones más duras.
Los mass media nos están trasladando las cuestiones en dosis de miedo, como si no fuésemos capaces de identificar la realidad que nos toca de los sueños que nos han vendido, supongo que con el fin de amedrentar y pacificar, aún más, por si acaso, nuestra conciencia adormecida, mientras tanto nuestro ánimo está a flor de piel, atento al más mínimo roce.
El teatro de muerte que comenzó el 24F sigue representándose en diferentes versiones por todo el mundo, a pesar de su rechazo unánime, mal gusto y consecuencias. No parará, hay que pararlo y Ucrania ya es quizás lo de menos, una carnaza, para que no veamos la verdadera dimensión del conflicto.
El verdadero problema no sera la energía, es una cuestión de mercado y en otros tiempos de conquista, sin energía hemos sido capaces de pasar inviernos, igual que este año sin aire acondicionado, el verdadero problema parece el agua, la de siempre, la de toda la vida, la base de la pirámide de maslow
¿Que sucede cuando tenemos demasiados frentes? Que no atendemos bien a ninguno, ni de forma coordinada, demasiadas opiniones, organigrama complicado. ¿Quien se beneficia? Quien no tiene problemas o el problema es él.
Ya mismo Navidad.