Cuando se habla o plantean medidas contra el paro, la imaginación corre en busca de alternativas siempre fijadas en elementos finales del mercado de trabajo, como por ejemplo, jornada de trabajo, tipo de contratación o productividad, pero nunca se percibe la necesidad de buscar salidas en el origen mismo de la iniciativa empresarial, fundamento principal y necesario para la generación de empleo. No basta con desear generar empleo han de existir personas con iniciativa y riesgo que lo hagan realidad.
Otra cuestión importante a tener en cuenta es la matización entre medidas generadoras de empleo y medidas de soporte al empleo ya creado, equivocarse en la dirección y origen de cada una puede suponer como desenlace la destrucción de empleo o la generación de trabas a la creación del mismo.
Sin lugar a dudas la creación de empleo y la competitividad de las empresas tienen dos lacras importantes en este país de ilustrados, una realidad demostrada en la practica es que las grandes empresas no son generadoras de empleo sino destructoras, la causa, una mayor inversión en tecnologías ahorradoras de mano de obra. supone esto que habría que centrarse en las medidas que afectan a la pequeña y mediana empresa, incluso al trabajo autónomo, dejando fuera por el momento a profesionales colegiados (ya se cuidan bien ellos), así como identificar cuales son las trabas mas importantes.
El otro gran caballo de batalla, es la enrevesada legislación y normativa, parte de la administración local, pasa por la autonómica y se llega por fin a las de carácter nacional, todas ellas con un único objetivo de corto plazo: recaudar. No están como apoyo a la iniciativa por la creación d empleo, no, todo lo contrario, antes de ganar un euro, la iniciativa privada tiene que soltar bastantes miles y haber perdido bastantes horas y recursos y, también ilusiones. Sin embargo seguimos con el mismo cinismo de plantear grandes medidas contra el paro.
Estamos pasando de una sociedad condescendiente y pasmada, a una sociedad critica y llena de rabia, se esta produciendo una clara división entre los afortunados, bien colocados alrededor del poder, tanto económico como político, incluso intelectual y aquellos que son meros comparsas de todo este espectáculo.
Los unos haciendo finos comentarios sobre los delicados asuntos que se entremezclan en su monótona existencia y los otros y más, a la espera de una llamada, aunque sea del INEM o de un cambio de rumbo y dejar los lunes al sol.